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lunes, mayo 07, 2018

La aventura de encontrar el lugar perfecto

Por: Frida Méndez
Practucum 1

La gente suele decir que leer te permite viajar sin salir de tu casa, que puedes tener las aventuras que quieras sin mover más que tus ojos y es verdad, pero hay otro tipo de aventura que un lector vive: la de encontrar el lugar perfecto para leer.
El encontrar ese espacio ideal donde puedes perderte entre las páginas y letras de la literatura sin que nada se interponga es casi igual de importante que el libro en sí, ese lugar puede hacer que tu experiencia sea sumamente placentera o un fracaso rotundo.
Con esto en mente siempre ando en busca de lugares donde desconectarme de todo y sumergirme en un buen libro. Llevó 5 años viviendo en la Ciudad de México y descubrí que esta ciudad está llena de escondites para una buena lectura. 
Había escuchado hablar mucho de la biblioteca Vasconcelos, un recinto diseñado por el arquitecto Alberto Kalach e inaugurado en mayo de 2006; el cual cuenta con más de 600 mil obras que incluyen libros, discos, revistas y periódicos. Sonaba como un lugar prometedor para leer y sin embargo jamás había logrado ir.

Decidida a cambiar esta situación me embarqué en la aventura. Llegar no está nada difícil. La biblioteca está ubicada en la zona norte de la Ciudad de México, a un costado de la estación del ferrocarril suburbano, y con las estaciones Buenavista del metrobús y la línea 4 del metro a una cuadra, lo que la hace estar muy bien comunicada y si, como yo, llegas en carro, tomar Insurgentes es la opción además puedes dejar el carro en el estacionamiento del lugar, que por cierto es gratuito.
Cuando entre al lugar quedé totalmente maravillada, había visto fotos pero el estar de frente era increíble; parecía que los libros flotaran, me sentí en una versión más contemporánea de la biblioteca de Hogwarts, y el esqueleto colgando a la mitad del pasillo solo incrementaba esa sensación.
No supe por dónde empezar a caminar  y ver tantos libros me agobió en un principio, así que decidí salir a recorrer el jardín de 26 mil metros cuadrados lleno de plantas endémicas de México. Una tranquilidad es lo que se siente mientras caminas a través de  los árboles del lugar. 

El día estaba soleado y tranquilo lo que me ayudo a decidir que el jardín sería donde me sentaría a leer ahora sólo me faltaba escoger un libro, una tarea más difícil de lo que creí; tenía tanto de donde escoger que no sabía ni por donde empezar. La biblioteca tiene desde comics y mangas, hasta clásicos de la literatura, al final me decidí por Una mujer de recursos de Elizabeth Forsythe Hailey.
Claro, antes de escoger el libro me recorrí todos los pasillos que pude, debo confesar que sufro de un ligero miedo a las alturas por lo que asomarme a los balcones hacía que el ritmo se me acelerará y las manos me sudaran pero lo adictivo de la vista hacía que me asomara en el siguiente estante flotante para apreciar la biblioteca desde otro ángulo.
Algo asombroso de este edificio es la energía y el dinamismo que se respira, sobretodo porque es lo que menos se espera de un lugar en dónde el silencio es un requisito pero la biblioteca Vasconcelos no es como cualquier otra biblioteca. 

            Una biblioteca suele ser callada hasta el punto de ser somnolienta, con un estrés y desgana en el ambiente, probablemente proveniente del olor a viejo tanto de los muebles como de los libros pero aquí eso no pasó, el silencio era el mismo pero las personas se veían más activas, niños emocionados con libros, trabajos en equipo, señores trabajando, e incluso vi como cuatro parejas muy enamoradas.
            Observar a la gente es otra cosa interesante que hacer, hay tantas historias pasando al mismo tiempo tanto en las hojas de papel como en el mundo real, tantas que es imposible no inspirarte en algo.  
Llegué a las 2 de la tarde y me salí de la biblioteca a las 6:30, media hora antes de que cerrará, salí con la tarea hecha, con un libro leído y aún así sentí que la mayor aventura del día había pasado fuera del papel. 

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