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lunes, febrero 16, 2015

El Templo Mayor

Por Fernando César López
Alumno de Practicum 1

Es un día normal como cualquier otro, amanece una vez más en este monstruo llamado Distrito Federal, los millones de capitalinos se levantan para realizar sus actividades del día. Diversas circunstancias han llevado a miles de ellos a toparse con el corazón de este gigante, conocido como el Centro Histórico.

Pero nadie se inmuta, cada uno va inmerso en sus pensamientos, lo han visto tantas veces que ha terminado por aburrirlos. Palacio Nacional, Catedral Metropolitana, Bellas Artes, Palacio de Correos, etc. han perdido aparentemente su imponente presencia ante la mirada del “defeño”.

Entre todos ellos, existen las ruinas de otro recinto que se niega a morir en la memoria del olvido, intenta relucir de entre los demás con aire soberbio y audaz. Recinto que otrora, fuera más impactante que los ya mencionados. El gran Teocalli del pueblo del sol. El Templo Mayor.

Representación del Templo Mayor en el corazón de la ciudad
de Tenochtitlán.
El Templo Mayor, es el recinto ceremonial y religioso más importante del pueblo mexica. Representa para esta cultura dos montañas principalmente: El cerro de las lluvias y los alimentos, asociado con el dios Tláloc, y el cerro de Coatepec, lugar que se asocia con el nacimiento del dios  Huitzilopochtli.

En este templo sagrado, además de ser el gran adoratorio de ambas deidades, se realizaron importantes ceremonias de índole religioso, como sacrificios a los  dioses, elaboración de ofrendas y depósitos funerarios; político, al efectuar la entronización de los Tlatoanis (emperadores) y militar, ya que representa su poderío frente a los otros pueblos de Mesoamérica, al ser cada uno de estos, tributarios de los mexicas.
El Templo Mayor representado en el códice Ixtlilxóchitl
El Templo Mayor, según se dice, empezó a ser construido cuando los mexicas arriban al pequeño islote en el lago de Texcoco en el año de 1325, mismo lugar en le que habría de construirse la inigualable ciudad de Tenochtitlán. El pequeño templo que originalmente estaba dedicado a Huitzilopochtli, habría de ampliarse con el tiempo hasta convertirse en uno de los edificios más  hermosos de su época. Cada Tlatoani estaba encargado de “reconstruir” el templo, haciéndolo cada vez más imponente, de modo que su embellecimiento fuera eventualmente incomparable; en total, son siete etapas de reconstrucción, de las que sobresale principalmente la de Izcoatl y Moctezuma Ihuilcamina.

Para la época de la última etapa, el templo llegó a alcanzar los doscientos cincuenta metros cuadrados y sesenta metros de altura, siendo el edificio más alto de la ciudad para cuando llegan los españoles. Es posible encontrar otros espacios palaciegos que estaban dedicados también a otras figuras y dioses muy importantes como el palacio del dios Ehecatl, dios del viento y aquellos dedicados al guerrero águila y al guerrero jaguar, ambos nombres ejemplifican los grados militares más importantes entre los mexicas.

Vista del interior del templo. Reconstruido por cada Tlatoani mexica.
Una vez consumada la caída de Tenochtitlán a manos de los españoles y sus aliados indígenas el 13 de Agosto de 1521, el Templo Mayor tendría la misma suerte que todos los templos tenochcas. La destrucción era inminente, los conquistadores representan con la construcción de la capital de la Nueva España sobre esta ciudad, la  mayor fuerza y superioridad que poseen los vencedores sobre los vencidos. El simbolismo está claro. La ciudad, como el templo, cae bajo el acero español y es sepultada por los ladrillos de la cristiandad que habría de hundirla en el olvido por completo hasta muchos años después. Es preciamente hoy, febrero del 2015, que se recuerdan los 100 años del primer hallazgo del Templo Mayor 

Fue hasta el año de 1978 cuando trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, realizando trabajos para colocar cableado subterráneo, develaron otra parte de este centro cermonial. A partir de este momento, el INAH, bajo el nombre de “Proyecto Templo Mayor” y con el apoyo de  importantes arqueólogos como Eduardo Matos Moctezuma, se dedica aun hoy en día a realizar excavaciones e investigaciones en el lugar. Gracias a esto, se han logrado rescatar varias piezas arqueológicas de incalculable valor como la relieve circular de Coyolxauhqui, diosa de la luna, descubierta en 1987.

La diosa Coyolxauhqui, descubierta en las excavaciones del
Templo Mayor en 1987

En este mismo año, se inaugura el Museo del Templo Mayor, ubicado dentro de la zona arqueológica; fue abierto con la intención de exhibir una colección que alberga más de 7 mil objetos encontrados en el templo y otros edificios cercanos.

México, es una país de contrastes, donde constantemente  convergen nuestro pasado y presente. El Templo Mayor constantemente nos hace un llamado, un recordatorio para todos los mexicanos que esta nación es poseedora de un innegable pasado prehispánico. La civilización mesoamericana es un elemento imprescindible que resulta ser, a través de una hibridación biológica y cultural, uno de los pilares fundamentales que nos conforman esencialmente como nación y como pueblo. Sabedores de poseer un origen e identidad propios, reivindiquémonos todos los días como mexicanos, como herederos de una hermoso país llamado México.

Zona Arqueológica del Templo Mayor en el Centro Histórico de la Ciudad
de México





Fuentes consultadas en:
Instituto Nacional de Antropología e Historia
Revista Arqueología Mexicana 
Revista National Geographic











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