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jueves, abril 04, 2013

Alcoholismo en Sociedad

Por: María Belén Carrasco
Alumna de la Facultad de Comunicación


—Mamá no soy un alcohólico, soy  un borracho; los alcohólicos van a juntos y yo voy a fiestas— le dijo Jerónimo, un adolescente de 17 años, estudiante de quinto de preparatoria en el Colegio Cumbres, a su mamá. Tras una estancia en Monte Fénix y dos coqueteos con la muerte, Jero aún cree que tener problemas hepáticos, a su edad, es un juego que no puede perder. Lejos de imaginarse el fin, todavía no sabe que la meta es una lápida fría con su nombre en ella y que puede ser: Jerónimo Riestra Chidán (Marzo 1995- Agosto 2017).


Como él, miles de adolescentes y jóvenes se enfrentan a una enfermedad difícil de aceptar. Más allá del tabú que representa para la sociedad, el alcoholismo, un trastorno causado por el consumo abusivo de sustancias alcohólicas, es una amenaza que atenta contra la vida de muchos jóvenes.

Desde el comienzo de la historia del hombre, ligado a ella, está el alcohol. Consumir bebidas alcohólicas ha formado parte de la cultura y sociedad durante siglos. Estudios antropológicos de la Fundación Española de Bebidas Espirituosas señalan que ciertas bebidas fermentadas, como la cerveza y el vino, eran ya consumidas hace al menos cinco mil años.

Por su naturaleza, el alcohol se vinculó con lo divino y espiritual. Los egipcios dieron crédito a Osiris por haberles permitido conocer el vino. Los griegos veneraban a Dionisio, dios inventor del vino, celebraban la embriaguez y el frenesí; mientras que para los cristianos, el vino es una de las materias de la eucaristía, que simboliza la sangre de Cristo, el hijo de Dios.

Hoy, lejos de todos los conceptos históricos o religiosos, para los jóvenes del siglo XXI, el alcohol es el consolador de todas las penas,  el potenciador de todas las alegrías y el mejor compañero para viciarse. Sociedades en donde ya nada divierte a los adolescentes, juntarse para emborracharse es la mejor manera de convivir, pasarla bien y pertenecer.

Jerónimo no quiere ser llamado “alcohólico”, con una tribuna llena de mujeres y hombres que comparten sus penas y problemas, él piensa que no hay más en la vida que aprovechar los momentos de placer. Asistir a juntas de Alcohólicos Anónimos representa un consuelo que, abiertamente, no puede aceptar.

Compartiendo su dolor, hablando desde el corazón y sin miedo a ser juzgado, el joven no sabe que mostrarse vulnerable hacia quienes comparten su mutua experiencia es una gran ayuda para mantenerse sobrio. Los doce pasos y doce tradiciones, que pueden cambiar su vida, continúan siendo sus mayores enemigos.



Jerónimo tuvo su primer contacto con el alcohol a los 11 años, cuando una tarde, en casa de sus tíos, su primo mayor, de 16 años, sacó una botella de tequila e invitó a todos sus primitos a beber unos shots. Sin la presencia de un adulto en la casa y con toda la libertad, Jero y sus primos tomaron hasta emborracharse.

Tras haber tenido su primera experiencia en el mundo del alcohol, el niño decidió continuar en ese camino. Largas noches de diversión y excesos llevaron el problema de Jero a un extremo que él no podría controlar.

Una tarde de verano, mientras la familia vacacionaba en Acapulco, Jerónimo, de 14 años, y sus primos pidieron permiso para quedarse en la playa hasta tarde. Sin tener el control de la situación ni noción del tiempo, los jóvenes bebieron y convivieron hasta altas horas de la noche. Jero, bastante bebido, decidió nadar en el mar. Durante un rato, hacía toda clase de acrobacias y gritaba a sus primos que lo vieran; pero cansado y desprevenido, una enorme ola reventó sobre él y lo arrastró, dejándolo fuera del alcance visual de sus compañeros.

Al percatarse los demás de que Jerónimo no salía del mar, la más pequeña de las niñas subió al departamento a avisar lo que había sucedido. Todos los que estaban, familiares y amigos, bajaron a la playa con la esperanza de no tener que regresar al niño a México en un féretro.

Después de más de 50 minutos de búsqueda y con un sabor amargo, uno de sus tíos encontró el cuerpo, inconsciente y golpeado, a más de cuatro metros de distancia de donde los jóvenes aseguraban que él jugaba. No le bastó con saludar a la muerte. Tres costillas rotas, una contusión cerebral y un tobillo despedazado no fueron suficientes para enseñarle al joven la lección que la vida le trataba de dar.


Hace un año, Jerónimo celebró su cumpleaños en un antro, acompañado por todos sus amigos. La mejor mesa y el alcohol en abundancia fueron básicos para la diversión del joven. Después de haber bebido, y a altas horas de la madrugada, Jero salió escoltado por sus choferes para comer unos tacos.

Mientras esperaban su comida, unos judiciales pidieron al joven que los dejase pasar; pero la prepotencia y el estado etílico del adolescente originaron una pelea que nadie pudo controlar. En un ataque de ira, Jerónimo arrancó el arma del cinturón de su escolta y disparó. Ambulancias y patrullas llevaron al joven al hospital que, por suerte, no logró que el tiro fuera contra los policías; y sin intención, disparó el arma contra su propio pie, deshaciendo por completo todos los tendones y huesos del mismo.

“Young, wild and free” (joven, salvaje y libre), así se describe Jerónimo cuando le pido que lo haga. Nuestras conversaciones son cortas pero profundas. Me cuesta lograr que me escuche, sé que detrás del muchacho rebelde y desobligado, hay una persona inteligente y sensible. A pesar de la armadura que se coloca todos los días al despertar, puedo sentir que el dolor de Jerónimo es cada vez más intenso. Sus ojos piden ayuda; su cuerpo, piedad. No ha de ser fácil sufrir a diario, pobre muchacho.

Es difícil para él reconocer que tiene una enfermedad que no tiene cura. Cuando llegó por primera vez a Alcohólicos Anónimos, su piel amarillenta, ojos hundidos y cuerpo tembloroso, delataron al joven que aseguraba no tener un problema y sólo asistir a juntas para informarse mejor.

Hoy, Jero toma una pastilla que controla el acné, una especificación del medicamento —Roacutan— es no beber. Las consecuencias pueden ser fatales, pero él sabe que el dolor físico no se compara con el dolor que siente en el alma. A pesar del problema hepático que le ha ocasionado, asegura que no tiene problemas con el alcohol, los problemas son con su mamá.

Señor, concédenos serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, valor para cambiar las que sí podemos, y sabiduría para reconocer la diferencia. Así comienza sus juntas diarias, con una oración sincera, poniéndose en manos de un poder superior y reconociéndose impotente. En una sociedad que lo juzga y con una vida de apariencias, doble A es el único lugar en el que Jerónimo, inconscientemente, baja la guardia.




8 comentarios:

  1. Creo que es una nota muy interesante, ya que el índice de alcoholismo ha incrementado y lo más alarmante es que se este dando más que nada en los jóvenes.

    Es alarmante porque los jóvenes somos el futuro del país, un futuro que de seguir con estas mismas costumbres solo augura un futuro negro y lleno de incertidumbre.

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  2. Creo que es muy importante que las familias tomen conciencia y eduquen a sus hijos en cuanto al alcohol para que se responsabilicen.

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  3. Se me hace importante que los padres de familia les enseñen a sus hijos acerca del alcohol para que tomen conciencia y en un futuro no haya problemas de alcoholismo.

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  4. Este es un tema que no debe tomarse a la ligera, sin duda alguna representa un gran problema ya que se llega a pensar que el beber te brindará un lugar al que pertenecer, una mejor manera de vivir, y es un terrible error. Es importante de igual manera que los familias lo tomen como una llamada de atención y que cuiden a sus hijos, comunicación es lo que necesitan realmente, poder desahogarse para de esta manera no sentirse solos y vacíos. Esperemos que la gente comience a concientizarse sobre este problema.

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  5. Me pareció una nota muy interesante ya que habla de un tema muy fuerte del cual la sociedad no se encuentra bien informada y siempre piensan que eso no les puede pasar a ellos, esta nota sirve par que tanto los padres como los hijos tomen conciencia de este tema que no se puede tomar a la ligera

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  6. Todos debemos aprender de este tipo de historias.

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  7. Esta muy interesante el artículo y todos podemos aprender algo de Jerónimo.

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  8. cómo jerónimo, miles de adolescentes sufren del mismo problema. ojalá haya más información acerca del tema para que otros puedan identificarlo y tratarlo a tiempo.

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